Mis trabajos

Mi nombre es Miriam Fernández y soy Licenciada en Periodismo por la Universidad de Sevilla y especializada en comunicación corporativa.

Máster de Gestión Estratégica e Innovación en Comunicación.

Solo trato de hacer de la vida un viaje y del viaje la vida.

sábado, 7 de mayo de 2011

PERFIL. El Sevillano, loco por amor

El Sevillano tiene 51 años y es uno de los reclusos del Centro Psiquiátrico penitenciario de Sevilla II.

Siempre con su libreta y lápiz bajo el brazo, apunta todo lo que le gusta y le parece interesante, y por supuesto realiza crónicas completas cual periodista deportivo de todos los partidos de su Betis querido. Goles, faltas, ocasiones de gol, jugadas y por supuesto los fallos arbitrales. Gasta su tiempo yendo a la escuela y al gimnasio. Pero lo que más le apasiona y le evade es la pintura, son 2 horas mezclando colores, con su cuadro, los limpiadores casi le tienen que echar de la sala. Parece como si los altos muros y rejas del centro, de pronto se pudiesen convertir en un prado verde lleno de animales.
Viéndolo así, con su aspecto bonachón, amable, despierto y parlanchín, uno piensa ¿Dónde está la enfermedad? Pero la vida del sevillano no ha sido precisamente un camino de rosas, las injusticias de la vida le hicieron perder los estribos y hoy, a sus 51 años, se ve ingresado en el Centro Psiquiátrico Penitenciario de Sevilla II. Todos tenemos un referente en la vida, alguien que supone nuestros pies y nuestras manos. Para el Sevillano la pérdida de su esposa hace 7 años, el amor de toda su vida, marcó un antes y un después. Su amor comenzó cuando el Sevillano tenía sólo 12 años, todavía recuerda entre risas y nostalgia el día en que con tan temprana edad se armó de valor para pedirle a su suegra la mano de su amada. Fue la primera vez que le temblaron las piernas. Sin embargo, después de años de felicidad su mujer cayó enferma de leucemia, enfermedad que la llevó a estar 3 años luchando en la cama de un hospital. El Sevillano estuvo a la cabecera de su cama cada noche, pero  incluso dentro de la enfermedad fueron felices, el dolor hizo que los dos llegaran a ser una sola persona.
Fue la muerte de su mujer lo que le llevo a perder totalmente los estribos. Él estaba ya en el centro de Carmona de Salud Mental y cuando perdió a su mujer fue a la deriva. Se refugió en la afición más simple y ruin de todas: beber. Se convirtió en un alcohólico que mezclaba el alcohol con la medicación para los nervios. El Sevillano era una bomba de relojería hasta perder la noción de la realidad, vivía en otro mundo, pero lo peor de todo era que sentía que le gustaba más que este.
Pero lo peor de todo ello fue que el alcohol le llevó a perder a su familia, a sus dos hijos a los que un día crió. A la primera que perdió fue a su hija, siempre le quedará el dolor de no haber podido ir a su boda.  Respecto a su hijo, siempre pensó que lo veía como un “padre cheque”, el padre que viene, paga y se va. Él pensaba que dándole todo hacía lo correcto, pero no se daba cuenta de que le faltaba lo más importante, su padre. De todo ello se dio cuenta, nada más y nada menos, que cuando perdió la libertad. Tras 15 meses en el Centro Psiquiátrico Penitenciario como preventivo a la espera de juicio y sin poder visitar a su familia, siente que su meta para luchar día a día es volver a recuperarles, aunque cuente con el apoyo de sus hermanos, su sueño es volver a abrazar a sus hijos, lo más importante de su vida.
Por ello, día a día pelea por superar su alcoholismo, para ello ha tomado una decisión límite. Aunque desde que llegó al centro no ha vuelto a probar el alcohol hay siempre una posibilidad de recaer. Ante eso ha puesto de su parte y acordó con su psiquiatra tomar “Antabuse”, una medicación muy fuerte y peligrosa pues si bebe puede sufrir  un infarto. Es una forma de obligarse a no poder caer en una sola debilidad.
Hoy por hoy, está contento, mantiene la esperanza y las ganas de vivir. Para él la experiencia dentro del centro es muy positiva pues es fundamental en su recuperación y puesta a punto para volverse a reinsertar en la sociedad.
Además, cuenta con algo que nunca le abandona, cada noche suele buscar las estrellas, sabe que en una de ellas se encuentra su mujer, en la que sigue sin poder dejar de pensar, a la que recuerda como si el pasado fuese ayer. Elle le espera y le da fuerzas para salir adelante.

martes, 3 de mayo de 2011

Centro Psiquiátrico Penitenciario Sevilla II

Hace unos meses me sumergí en un trabajo sobre El Centro Psiquiátrico Penitenciario Sevilla II. Solo existen dos centro psiquiatricos penitenciarios en España, en Sevilla y en Alicante. Alli van a parar aquellas personas que han cometido un delito pero han sido declaradas por un juez "inimputables" por enajenación mental. No sabía lo que me encontraría allí, ¿Una cárcel masificada? ¿locos? ¿asesinos?
Me encontre con gente que lucha dia a día por superar la enfermedad y una medicación, que habla y reconoce sus errores con firmeza, honestidad y resignación. Gente que sabe donde está, por qué está y adonde quiere ir. Gente que quiere hacerse oir, que las personas sepan que están allí luchando por recuperarse, por tener una vida normal. Gente que daría su vida por volver atras y darle la vuelta a la moneda...Sin embargo, en la primera pregunta que me hice no me equivoqué.

ANÁLISIS CENTRO PSIQUIATRICO PENITENCIARIO SEVILLA II

La salud en los centros psiquiátricos penitenciarios, tema polémico y hundido en el más absoluto silencio informativo. ¿Quién discute hoy que la masificación impide cualquier tipo de iniciativa terapéutica medianamente seria? En efecto, son lugares marcados por la masificación, el hacinamiento y la falta de atenciones médicas psiquiátricas adecuadas a determinadas necesidades de salud mental. Además las advertencias se repiten: mantener personas con trastorno mental severo en la cárcel es asumir un alto riesgo (el riesgo de que la patología se convierta en crónica y el riesgo de que nazcan otras nuevas asociadas a la "prisionalización").
En el centro psiquiátrico penitenciario de Sevilla II deambulan cientos de hombres dementes, exagerados, olvidadizos, desencajados, perdidos, aniquilados e  indefensos. Se les puede ver con la mirada perdida y a la deriva paseando desconfiados, desconocedores de haber sido tachados de peligrosos. Simplemente son enfermos y su enfermedad les impide discernir el bien del mal, el aquí y el ahora, han cometido un delito sin conciencia ni voluntad, por ello están recluidos en ese centro.
Es preciso aclarar que los enfermos en psiquiátricos penitenciarios, no cumplen una codena delimitada, sino que no salen del centro hasta que no están curados definitivamente. La paradoja de “hasta que no estén curados” es: ¿Cómo sanar cuando existe una escasez de medios socio-sanitarios, tales como psiquiatras u oferta de actividades? ¿Qué sucede el día que se enfrenten a la sociedad aquellos que lo han perdido todo? ¿Se les prepara para ello? La necesidad de mantener estos Centros resulta, cada vez, más carente de sentido. Ninguna institución asilar o custodial ejerce una  función terapéutica precisa.
Los reclusos, al ser inimputables, están recluidos como medida de seguridad. Al no existir procedimientos disciplinarios, pero sí sanciones disciplinarias no se aplican las garantías constitucionales (derecho de defensa, medios de prueba, presunción de inocencia, asistencia letrada).
Es lamentable la vulneración de derechos fundamentales y la supremacía de lo penitenciario sobre lo sanitario. Para los profesionales de la Salud Mental el reconocimiento, por parte de los jueces, de la ausencia de responsabilidad criminal en una persona calificada INIMPUTABLE, por aplicársele la circunstancia eximente completa por enajenación mental, solamente precisaría su inclusión en un proceso terapéutico. Es difícil entender que la «absolución» requiera de una medida de seguridad que, en el tiempo, constituye una privación de libertad superior a la que le hubiese correspondido de haber sido declarada IMPUTABLE.
Es hora de cambiar. Las Instituciones Sociales y Sanitarias Civiles, deben contemplar la creación de recursos asistenciales suficientes que den respuesta a las necesidades terapéuticas de esta parte de la población RECLUSA-ABSUELTA, privada de libertad por enfermedad psíquica. Se trata de empezar a pensar en la creación de equipos multidisciplinares cualificados, así como de recursos capaces de contener esta demanda con programas de rehabilitación apropiados a sus características, mediante la puesta en marcha de Centros supervisados de atención continuada, comunidades terapéuticas, casas a medio camino, etc.
 El escaso personal de los psiquiátricos penitenciarios, hoy y en ese entorno no curan, son elegidos mayoritariamente para custodiar las puertas y ellos se contentan con mantenerlas cerradas.
Fuentes: La psiquiatría penitenciaria: perspectiva histórica y problemas presentes


Luis Fernando Barrios Flores

Área de Derecho Administrativo e Instituto de Criminología
Universidad de Alicante

Plataforma per a la Defensa i Millora dels Serveis Públics de Salut Mental d’Alacant